Cómo abordar los problemas de conducta infantil: guía psicológica para madres y padres

Cuando un niño se porta mal, muchas veces lo que vemos es solo la punta del iceberg. Detrás de cada rabieta, desafío o reacción agresiva suele haber una emoción mal gestionada, una necesidad no expresada o una forma desesperada de pedir atención. Como psicólogo infantil, he acompañado a muchas familias que llegan preocupadas, cansadas o incluso culpables. Esta guía nace del trabajo terapéutico diario con niños y padres: para ayudarte a entender el comportamiento de tu hijo y ofrecerte herramientas reales, respetuosas y eficaces para gestionarlo en casa.

¿Qué son los problemas de conducta infantil?

Durante el desarrollo infantil es normal que aparezcan momentos de oposición, impulsividad o frustración. Sin embargo, cuando ciertos comportamientos dejan de ser aislados y afectan de forma significativa al entorno familiar, escolar o social, hablamos de dificultades en la conducta que merecen atención.

Conductas más comunes: agresividad, desafío, desobediencia

Algunas de las manifestaciones más frecuentes que observamos en consulta incluyen:
  • Agresividad física o verbal hacia adultos, hermanos o compañeros.
  • Desafío constante ante normas o figuras de autoridad.
  • Negativa repetida a seguir indicaciones, incluso cuando son claras y consistentes.
  • Reacciones desproporcionadas ante la frustración o los límites.
Estos comportamientos suelen generar tensión en casa, malestar emocional y, en muchos casos, conflicto en el colegio u otras actividades.

¿Cuándo deja de ser “normal” el comportamiento?

Es natural preguntarse si lo que está ocurriendo forma parte de una fase pasajera o si es algo que requiere intervención. La preocupación aumenta cuando:
  • Las conductas disruptivas se presentan con alta frecuencia o intensidad.
  • El niño interfiere en la dinámica familiar o escolar de forma constante.
  • Los adultos cercanos sienten que pierden el control o no saben cómo actuar.
  • Hay un sufrimiento emocional sostenido en el niño o en su entorno.
Más que centrarnos solo en lo que hace, debemos observar qué le está costando y cómo está viviendo esa dificultad.

Causas habituales del mal comportamiento infantil

Un niño no actúa mal porque quiere, sino porque algo le está resultando difícil de gestionar. En muchos casos, la conducta es solo una vía de expresión emocional cuando faltan palabras, recursos o acompañamiento suficiente.

Factores emocionales y contextuales

Entre las causas más comunes encontramos:
  • Emociones mal reguladas, como la rabia, el miedo o la tristeza.
  • Frustración acumulada por situaciones que no comprenden o que les superan.
  • Etapas de cambio o crisis evolutivas: separación de los padres, llegada de un hermano, inicio escolar, mudanzas.
  • Baja tolerancia a la frustración o falta de habilidades sociales.
Muchas veces, al trabajar el mundo emocional del niño, la conducta comienza a cambiar sin necesidad de castigos ni grandes correcciones.

Influencia del entorno familiar y escolar

El contexto también influye en cómo se manifiestan las conductas. Algunos factores importantes a tener en cuenta son:
  • Estilo educativo en casa: límites poco claros, permisividad excesiva o normas muy rígidas.
  • Ambiente familiar tenso o inestable: discusiones frecuentes, estrés, falta de tiempo compartido.
  • Relaciones conflictivas en el colegio: rechazo, acoso o falta de integración.
  • Expectativas poco realistas respecto al comportamiento según la edad.
El comportamiento no se da en el vacío. Siempre es el resultado de una interacción entre el niño y su entorno.

Cómo actuar ante problemas de conducta en casa

Una de las claves es entender que educar no es controlar, sino acompañar. Reaccionar desde el castigo, la amenaza o el cansancio acumulado suele empeorar el conflicto. Es posible reconducir la situación desde la calma y el vínculo.

Errores frecuentes que empeoran la situación

Algunas estrategias muy comunes en la crianza pueden aumentar el malestar y la resistencia del niño:
  • Castigos excesivos o poco coherentes con la conducta.
  • Perder el control emocional frente al niño (gritos, reproches, insultos).
  • Cambiar continuamente las normas, cediendo por agotamiento.
  • Reforzar sin querer la conducta negativa prestándole más atención que a la positiva.
Estos errores no nos convierten en “malos padres”, pero sí nos dan información sobre qué necesita cambiar en la dinámica familiar.

Estrategias educativas basadas en la psicología infantil

En consulta trabajamos herramientas que sí funcionan a medio y largo plazo:
  • Establecer rutinas y límites claros, comprensibles y adecuados a su edad.
  • Validar sus emociones aunque no aprobemos su conducta.
  • Ofrecer opciones dentro de los límites para que sienta capacidad de decisión.
  • Nombrar lo que pasa: “Veo que estás enfadado porque querías seguir jugando”.
  • Reforzar los avances, por pequeños que sean, con presencia, mirada y palabras.
El cambio no es inmediato, pero cuando el niño siente que puede ser comprendido sin ser juzgado, empieza a cambiar también su forma de actuar.

Cuándo acudir a un psicólogo infantil

Hay momentos en los que el acompañamiento profesional marca una diferencia fundamental. Un psicólogo infantil puede ayudar a comprender qué hay detrás de las conductas, y ofrecer herramientas personalizadas tanto para el niño como para los adultos que le rodean.

Señales de alarma y criterios de derivación

Es recomendable consultar con un especialista si observas que:
  • El comportamiento agresivo es muy frecuente o difícil de contener.
  • Hay un aislamiento social significativo o problemas de relación con otros niños.
  • Las dificultades están afectando su rendimiento escolar o bienestar general.
  • El niño muestra síntomas de ansiedad, tristeza prolongada o cambios bruscos de humor.
  • Los padres sienten que no saben qué más hacer o que han perdido la conexión.

¿En qué consiste la terapia infantil para problemas de conducta?

La intervención se adapta a cada caso y suele incluir:
  • Terapia individual basada en el juego, el dibujo y el diálogo simbólico.
  • Sesiones con la familia para revisar dinámicas, ajustar límites y reforzar vínculos.
  • Coordinación con el colegio si es necesario, para alinear estrategias.
El objetivo es entender al niño desde dentro, no solo cambiar lo que hace por fuera. Cuando el niño siente que puede confiar y expresar lo que le pasa, su comportamiento también empieza a transformarse.

¿Y si necesitas ayuda profesional?

En nuestro centro de psicología en Cerdanyola del Vallès, acompañamos a niños y familias con sensibilidad, experiencia y compromiso. Sabemos que educar no es fácil, y que cuando hay problemas de conducta, el hogar puede convertirse en un campo de batalla. Por eso trabajamos para que vuelva a ser un lugar seguro, donde haya espacio para crecer, equivocarse y aprender juntos. Si necesitas ayuda para comprender y acompañar mejor a tu hijo, puedes contar con nosotros. Trabajamos desde la escucha, la comprensión profunda y herramientas basadas en la psicología infantil actual. Porque detrás de cada conducta difícil hay un niño que sufre, y una familia que merece apoyo.
Patricia Soler
Colegiada nº 28119
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