Resumen de contenidos
Toggle¿Conoces los principales mensajes de nuestras emociones?
Son muchas las emociones que podemos llegar a experimentar a lo largo del día y absolutamente todas nos aportan una información muy valiosa para nuestro bienestar. Sin embargo, no todas resultan agradables de sentir y en ocasiones optamos por negarlas, despreciarlas o infravalorarlas, a pesar de que ello no evitará que nos influyan inconscientemente. Éstos son los principales motivos:
Creemos que nos producirán dolor y que no seremos capaces de soportarlo.
Hemos interiorizado que sentir según qué emociones nos convierte en “débiles”,“malos”, “diferentes”, o demasiado iguales a alguien que no nos gusta.
Pero, la realidad es que no existen emociones más válidas que otras. Todas son necesarias y cumplen una función en nuestra vida, y solo cuando nos permitimos sentirlas podemos escuchar el mensaje que han venido a transmitirnos. Porque, en efecto, las emociones son temporales, y aunque a veces experimentarlas pueda resultar doloroso, si les prestamos la atención que se merecen y aprendemos a identificarlas, comprenderlas y gestionarlas, su intensidad termina disminuyendo.
¿Qué mensajes suelen transmitirnos?
Alegría: aparece como reforzador para motivarnos a repetir aquellas conductas beneficiosas para uno mismo.
Tristeza: aparece ante situaciones de pérdida y en las que nos sentimos impotentes. Nuestro nivel de actividad disminuye para economizar nuestros recursos y nos motiva en la búsqueda de apoyo social y alicientes.
Rabia: aparece ante situaciones que percibimos como injustas y nos moviliza a enfrentarnos a ellas para resolverlas.
Miedo: nos ayuda a poner en práctica conductas de huida o afrontamiento ante estímulos potencialmente peligrosos.
Sorpresa: activa nuestros procesos atencionales ante estímulos novedosos, y motiva conductas de exploración.
Asco: nos ayuda a identificar y rechazar a todos esos estímulos que nos resultan nocivos, o incluso tóxicos, considerando un contexto social.
Identificar nuestras emociones, comprender sus mensajes, validarlas y gestionarlas adecuadamente requiere práctica y puede no resultar tarea fácil al principio, pero sin duda merece la pena trabajar en ello para favorecer nuestra salud mental.